La presencia de una pandemia como la del coronavirus pone de manifiesto una vez más, no sólo lo vulnerable que es el organismo humano ante semejante clase de virus, sino en qué medida está preparada una sociedad para enfrentar estas emergencias sanitarias. El que países como Italia y España registren un elevado número de personas infectadas revela errores de percepción ante la capacidad de propagación de los contagios, lo cual posteriormente los ha llevado a tomar medidas obligatorias de confinamiento social. En general es posible observar que las naciones no esperan una situación de estas magnitudes y no cuentan con los recursos necesarios para atender a una gran cantidad de enfermos, mientras que entre la población existe una notable división entre quienes extreman precauciones y los que piensan que la posibilidad de contagio se encuentra muy lejos de ellos, y sólo se protegerán si el número de infectados empieza a reproducirse con rapidez.
En el campo laboral se viven casos como los de quienes pueden llevar a cabo sus tareas mediante medios digitales, el campo educativo entre estos, y las personas que requieren salir diariamente a buscar el sustento. Entre los grupos que han sido más afectados por la suspensión de eventos masivos están los que pertenecen a la cultura, los espectáculos y el deporte. Si estas personas trabajan para empresas con capacidad para soportar la situación, no tendrán tantos problemas para esperar a que la vida social regrese a la dinámica anterior a la pandemia. En cuanto a los grupos independientes, estos viven momentos difíciles, sin ingresos por clases o por presentaciones, ante lo cual deberán recurrir a las estrategias más acordes a sus condiciones para atravesar este lapso de tiempo de distanciamiento social.
Si como esperamos, se logra controlar esta situación, es difícil predecir comportamientos generales de la población. Habrá quienes deseen acudir al cine u otros lugares de entretenimiento, mientras en otros prevalecerá la desconfianza de participar de reuniones sociales. A medida que la confianza se recupere, los trabajadores de la cultura y de otros campos económicos tendrán que encontrar procedimientos que les permitan obtener una recuperación económica, tal vez la organización de eventos especiales apoyándose entre sí, por ejemplo. La creatividad y la solidaridad serán esenciales en todo este proceso.
En la actualidad, grandes empresas como el Metropolitan Opera House (MET), la Orquesta Filarmónica de Berlín, o espacios digitales de teatro español, han abierto sus plataformas para que el público acceda a sus eventos. En México, Canal 22 y T.V. UNAM, entre otros, han aumentado sus contenidos digitales para que las personas cuenten con mayores opciones culturales. Una decisión muy positiva sería que después de la crisis estas instancias culturales y muchas más, sigan permitiendo disfrutar de sus producciones a través de internet, por lo menos de algunas de ellas.
La crisis del Coronavirus debe llevar a una mayor conciencia acerca de la importancia de la organización personal y social ante una pandemia, tanto en el momento actual como para posibles crisis futuras. En la capacidad de prevenir se encuentra una clave importante para su control.