De acuerdo a lo que se logró saber, el enojo de quienes son los mandantes durante la época cuaresmal, integrantes de la iglesia, es que en estas fechas se le ocurre a Jorge Taddei Bringas, delegado de Bienestar en Sonora, imponer en el INPI a Hilario Molina Amarillas.
Los yaquis sostienen que no le bastó al funcionario morenista colocar a Juan Silverio Jaime León en la estructura federal, a pesar de las múltiples muestras de repudio y no solamente de los yaquis, sino que ahora reviven a Molina Amarillas para colocarlo en lugar de Raymundo Clavero Velarde, quien ha hecho un buen papel en esa oficina.
De acuerdo con la tradición yaqui, durante la Cuaresma, así como del 12 de diciembre al 6 de enero, es la iglesia la que manda pero eso al parecer Taddei Bringas no lo sabe porque no conoce, o le hace al “tío Lolo”, la historia de esta tribu.
En consecuencia, no se pueden hacer durante estas fechas ningún movimiento y menos por encima de la autoridad yaqui.
Pero como los grupos de técnicos provenientes del difunto Paticy se encuentran divididos, quisieron dar “madruguete” para que al regresar de las fiestas de Cuaresma, nadie pegue el grito en el cielo.
La iglesia, cuyo peso al interior de la tribu es enorme, así como los mayores, están molestos porque a pesar de la Cuaresma se siguen haciendo los trabajos de reconocimiento de los linderos de la Tribu Yaqui, sostienen, pero sin que alguien se digne informar los resultados hasta el momento.
Se vienen problemas fuertes, advierten los yaquis, porque se están brincando a las autoridades tradicionales y eclesiásticas solamente porque dicen traer la encomienda desde las oficinas presidenciales, cuando se sabe que en realidad se debe hacer una consulta entre los integrantes de la etnia y no por encima de las leyes internas.
En esta situación, consideran, tanto Taddei Bringas como Jaime León se sienten protegidos del senador Arturo Bours Griffith y del diputado Marco Antonio Carbajal, quienes se están dedicando a trabajar solamente hacia los aspectos electorales y no en beneficio de la comunidad yaqui.
Ya es tiempo de abandonar esas prácticas tipo priista que tomaban a la Tribu Yaqui como moneda de cambio en época de elecciones, dicen los quejosos, pues lo único que se logra es que les den unas cuantas monedas y privilegios durante ese periodo pero luego los abandonan a su suerte y nadie vela por el cumplimiento de las promesas electorales.
Los pleitos entre los ocho pueblos yaquis van a seguir en la medida en que los funcionarios, municipales, estatales o federales, se sigan involucrando en los aspectos internos.
Hay a quienes les conviene que la tribu siga dividida y con ello dejen de llegar recursos para su progreso, pero de eso no se trata sino de que esa etnia viva su autonomía como debe ser sin que desde afuera le estén dictando cómo conducirse.
Ojalá los funcionarios y legisladores involucrados entiendan eso y vean que no solamente de lo electoral se vive.
El desarrollo de los pueblos también debe ser su preocupación.
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