Es, por cierto, una medida muy saludable en medio de la incertidumbre causada por un virus que hoy se ha vuelto el protagonista de miles de historias, positivas o de llanto.
Y lo ideal sería que todo mundo se quedara dentro de cuatro sanitizadas paredes, pero en el país en que nos ha tocado vivir, desafortunadamente, esa es casi una utopía.
Seamos realistas. Preguntarle al señor que vende paletas por las calles si tiene recursos como para meterse a su casa durante un mes o hasta el 30 de abril a rascarse la panza, sería como una bofetada.
Habrá quienes sí puedan hacerlo con toda la comodidad del mundo y, seguro estoy, su economía no habrá de quebrantarse.
En ISA Multimedia se ha buscado la mejor manera de acatar las disposiciones oficiales y una buena parte del personal se ha ido a trabajar desde sus viviendas y, con todas las medidas de precaución, nos hemos quedado quienes debemos seguir sirviendo a los ciudadanos con la gran tarea de mantenerlos bien informados.
Entendemos a la par a todas aquellas personas que día a día deben llevar alimentos a sus hogares, con o sin pandemias de por medio, y es por ello que sentimos que el esfuerzo de las autoridades de todos los niveles debe ser parejo y justo.
Es triste ver cómo la economía de un país o una región se deteriora a causa de un paro en todos sus frentes.
Sería grandioso que la marcha siguiera sin obstáculo alguno en todos los sectores productivos de la nación, pero desafortunadamente hay una parálisis que a no pocos se les antoja insana en este o cualquier otro momento para el desarrollo de un país que un día sí y el otro también ve incrementarse las listas de quienes caen en la pobreza extrema.
Consecuentemente, los gobernantes deben pensar no solamente en su popularidad en tiempos de coronavirus sino en atender con justicia y oportunidad los reclamos de quienes menos culpa tienen de que una pandemia de este tipo se haya enseñoreado del planeta.
Es tiempo de solidaridad con quienes menos tienen y por ello quienes sí pueden deben responder al llamado de las autoridades para mantener sus aportaciones a un sistema fiscal que requiere hoy más que nunca el empuje parejo para salir de los problemas.
Basta de pensar en colores o en liberales y conservadores. No están los tiempos para hacer leña de un país desvalido. Ya suficientes pleitos lo han puesto de rodillas, con precios del petróleo a la baja y un peso debilitado.
Son muchas las penurias de este país pero es mucho más grande la fuerza de sus habitantes. Nada ni nadie debe paralizarnos. Cuidémonos, sí, de los contagios, pero al mismo tiempo emprendamos una cruzada por la productividad que asombre al mundo.
Es el momento de demostrar de qué está hecha la raza de bronce. La raza azteca.
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