Con la natural incógnita de cómo podrán vivir a gusto los que queden en el mundo si ya no habrá hombres, podemos asumir como una mala pasada la que quiere jugarle la naturaleza a la humanidad.
Pero si asumimos las declaraciones de los científicos, podríamos llenarnos de estupor ante frases como la siguiente:
“Las fluctuaciones del clima podrían disparar las muertes de fetos del sexo masculino, lo que a largo plazo traería la extinción de los hombres”.Ahora sí que, como dicen los plebes,
“no manches”.Pero leemos por ahí que, de acuerdo a un estudio realizado en Japón, la temperatura ha cambiado drásticamente desde 1970, año desde el que se ha registrado el nacimiento de menos hombres en esa nación.
El responsable de ese estudio es el Dr. Misao Fukuda, del Instituto de Salud M&K en Ako, quien junto a su equipo, recopiló los registros de temperatura de 1968 a 2012 de la Agencia Meteorológica de Japón, y los contrastó con los abortos naturales que ocurrieron durante ese mismo periodo, de acuerdo a la base de datos de las Estadísticas Vitales de Japón.
Las crónicas dicen que cuando realizaban el estudio, prestaron especial atención a dos eventos meteorológicos extremos: El verano demasiado caluroso del 2010 y el invierno con frío extremo del 2011.
“En ambos casos, los abortos naturales de fetos masculinos se elevaron significativamente, en comparación con los de fetos femeninos”, sostiene el estudio.
Y menos mal que los investigadores se dieron cuenta de que si bien el cambio climático podría llevar a la desaparición del género masculino de la raza humana, también descubrieron que este fenómeno impacta más en una zonas que en otras.
Ufff. Al menos está la esperanza de que eso no vaya a suceder en Sonora, pero el señor Fukuda cree que los resultados serían los mismos en regiones donde el cambio climático provoca cambios extremos de temperatura.
Y si lo aterrizamos a lo que don José Luis Minjares Lugo acaba de declarar, resulta que en el sur de Sonora ese aparentemente lejano cambio climático ya está aquí.
Y así lo explica: A partir de 1996, empezó a declinar la disponibilidad o escurrimientos de agua a las cuencas de los ríos Yaqui y Mayo, por lo cual ya no son cíclicas las sequías sino recurrentes.
Veamos un ejemplo: La media de escurrimientos en el Yaqui pasó de 3 mil 300 millones de metros cúbicos en 1996 a 2 mil 400 millones de metros cúbicos hoy en día, mientras que en el Mayo pasó de mil 100 a 830 millones de metros cúbicos.
Pero no crean que esas palabras las dijo alguien que iba pasando y vio los ríos secos, sin siquiera su gasto ecológico natural. Lo está diciendo alguien que, como Minjares Lugo, tiene mucha experiencia en esta materia, al grado de que hoy es el coordinador del Programa de Riego por Gravedad Tecnificado, en el Distrito de Riego 38, en Navojoa.
Por eso preocupa que él ya esté advirtiendo que la disminución de escurrimientos al Sistema de Presas de los ríos Yaqui y Mayo del 21 por ciento, proyectada para el 2100, por efectos del cambio climático ya se alcanzó en el sur de Sonora.
Ya si usted es como Donald Trump, que ve en los ambientalistas una calamidad, pues así quédese y no haga algo por cuidar el agua.
Total, de todos modos algún día los hombres desaparecerán.
Y a ver qué hacen sin nosotros.
Comentarios: francisco@diariodelyaqui.mx