Si hablamos de agravios de los Estados Unidos al pueblo mexicano no acabamos, este no es el mejor momento porque con odio y rencor no se avanza.
La Cancillería mexicana organizó la agenda de la reunión entre el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y el presidente de EU, Donald Trump. El ambiente presagiaba insultos y agravios del presidente Trump al pueblo mexicano. La Cancillería mexicana” tanteando las piedras antes de cruzar el río”, al margen de odios y rencores organizo la reunión cuya base fue el diálogo y el respeto mutuo.
La visita de trabajo que realizó el presidente mexicano a Washington fue para firmar el nuevo Tratado de Libre Comercio (T-MEC), lo cual merece una reflexión serena sobre los resultados positivos. Fue recibido con especial cortesía y respeto por el mandatario de los EU.
El presidente mexicano inició su visita colocando una ofrenda floral ante majestuosa estatua que se encuentra sobre la orilla del Río Potomac, a nuestro símbolo de dignidad y respeto al derecho ajeno: Benito Juárez. La otra ofrenda fue ante la estatua del presidente Lincoln recordado en México quien proscribió la discriminación y la esclavitud en los Estados Unidos. Esto le costaría la vida.
Se pronosticaba una tormenta de agravios, groserías y amenazas en contra de México y los mexicanos, esto no ocurrió, las reuniones fueron respetuosas inspirándose en la política del “buen vecino”.
Lo anterior nos obliga a recordar el pasado difícil entre las dos repúblicas en distintos momentos de su historia, desde el nacimiento de la Unión Americana cuando nació pigmea el 4 de julio 1776. Es útil recordar la relación diplomática entre el “Benemérito de las Américas”, Benito Juárez, y el presidente Abraham Lincoln, único presidente de los EU de quien existe una estatua en México (Parque Polanco).
Otro símbolo de cooperación y buena vecindad fue la conducta del presidente Franklin D. Roosevelt, inspirado en la política del “New Deal” quien encontró con el gobierno mexicano un camino de concordia, cooperación, beneficio mutuo y no confrontación. Erigiéndose como aliado en la Segunda Guerra Mundial durante el gobierno del presidente Manuel Ávila Camacho. En aquellos instantes de decisión conto con el sabio consejo de un faro luz que ha iluminado nuestra política exterior: Don Isidro Fabela.
Una de mis experiencias que mucho me enorgullece, fue haber acompañado en su visita de estado al presidente Luis Echeverría Álvarez a Washington el 15 de julio de 1972, para entrevistarse con su homólogo Richard Nixon. La agenda era muy diversa y complicada, como fue el caso de la salinidad del Rio Colorado, que se resolvió, el presidente mexicano pregunto: ¿Señor presidente, si los Estados Unidos negocian con sus enemigos, porque no negocian con sus amigos mexicanos? Otro tema fue las políticas del desarrollo equilibrado y la miseria cruzando fronteras, así como el tráfico de drogas que apenas empezaba.
Fueron muy notables los elogios del presidente Trump al mandatario mexicano con expresiones “muy respetuosas” en su primera visita a un país extranjero, decidiendo que fueran a los EU.
En la reunión bilateral se trataron solo dos temas: comercio e inversión, el resto de los temas quedarían pendientes para reuniones futuras como: La dureza de la política migratoria de los Estados Unidos contra México, migrantes de Centro América, cancelación del programa dreamers, el muro fronterizo, cooperación de agencias de inteligencia, tráfico de drogas, tráfico de armas, lavado de dinero, cooperación con Centro América, Cuba, México en el consejo de seguridad de la ONU, Cooperación sanitaria del Covid-19.
El futuro de la relación entre México y Estados Unidos deberá estar basada en el siguiente principio “entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz”.