La intrincada danza económica y social entre México y Estados Unidos se despliega con una intensidad particular en la región fronteriza de Arizona. Lejos de la simplificación mediática, la relación bilateral constituye un motor de crecimiento, una fuente de interdependencia y un testimonio de la conexión de destinos que trasciende las fluctuaciones políticas. En el caso de Arizona, este vínculo no es periférico, sino la arteria principal de su vitalidad económica y un factor determinante de su demografía y su cultura.
Mientras que a nivel federal se debate la naturaleza de la frontera y se endurecen las políticas migratorias, en el terreno concreto de Arizona, la realidad ineludible es la de un socio económico esencial. Los números recientes lo confirman con elocuencia: el intercambio comercial entre Estados Unidos y México alcanzó la cifra monumental de 839.9 mil millones de dólares en 2024, consolidando a México como el principal socio comercial de la Unión Americana por segundo año consecutivo.
Para Arizona, esta estadística adquiere una resonancia indiscutible. En el mismo año, el Estado exportó a su vecino del sur, bienes por un valor de 8.9 mil millones de dólares, e importó 11.6 mil millones. Para ponerlo en perspectiva, las exportaciones de Arizona a México ¡eclipsan la suma de sus exportaciones a China y a todos los países de la Unión Europea! Esta disparidad subraya la centralidad de México, sostén de miles de empleos y empresas a lo largo y ancho de Arizona. Los anaqueles de los supermercados, las líneas de producción de las fábricas y la actividad de los puertos de entrada dependen, en gran medida, de esta corriente bidireccional de bienes que abarca desde productos agrícolas, hasta sofisticados componentes electrónicos.
Pero la relación va mucho más allá del mero intercambio de mercancías. México se ha erigido como un destino cada vez más relevante para el turismo estadounidense, y Arizona se beneficia igualmente de este flujo. Considérese que, a nivel nacional, los mexicanos se encuentran entre los principales visitantes extranjeros a Estados Unidos, aportando más de 22 mil millones de dólares a la economía estadounidense en 2023. La proximidad geográfica, los lazos familiares y culturales, y la búsqueda de oportunidades de esparcimiento y compras convierten a Arizona en un destino natural para muchos mexicanos.
Este flujo turístico no solo dinamiza la industria hotelera y restaurantera, sino que también genera ingresos fiscales sustanciales, beneficiando directamente las arcas de Arizona y a sus habitantes. Además, la demografía estatal subraya esta relación: la población hispana, que representa una tercera parte del Estado y donde el 89% de ellos son de origen mexicano, mantiene fuertes lazos transfronterizos. Desde 2010, su crecimiento poblacional duplica al del Estado, mientras los 66 millones de hispanos estadounidenses poseen ya una economía superior a la de la mayoría de las naciones del mundo. En Arizona, esta realidad demográfica se traduce en un bilingüismo funcional en muchas comunidades, en un mestizaje cultural y en una comprensión directa de la interdependencia humana.
La inversión mexicana en Estados Unidos, aunque históricamente concentrada en estados como Texas y California, sigue mostrando una tendencia al alza y continúa diversificándose geográficamente. Si bien Arizona aún no capta la misma magnitud de inversión que sus vecinos más grandes, el potencial es innegable. Empresas mexicanas están explorando las oportunidades que ofrece el mercado arizonense, generando empleos y contribuyendo a la vitalidad económica del Estado. Esta inversión se suma al flujo inverso, donde empresas arizonenses han encontrado en México un mercado de expansión y oportunidades de crecimiento. La complementariedad de las economías, con México como un importante centro manufacturero y consumidor, y Arizona, como un punto estratégico de logística y distribución, crea sinergias que benefician a ambos lados de la frontera.
En un mundo cada vez más interconectado, la relación entre México y Estados Unidos, con Arizona como un puente clave, está destinada a profundizarse. Los desafíos compartidos, desde la gestión fronteriza hasta la competitividad global, exigen una colaboración estrecha y una visión de futuro que reconozca la interdependencia como una fortaleza, no como una debilidad. La comprensión de la magnitud de los lazos que unen a Arizona con México es esencial para forjar políticas informadas y construir un futuro de prosperidad compartida.
Ignorar esta realidad sería no solo un error económico, sino también una ceguera ante la enriquecedora dinámica sociocultural del suroeste estadounidense. La “amistad” entre Arizona y México no es una mera retórica, sino una fuerza tangible, un vínculo indisoluble, porque en su gente de origen mexicano, en sus lazos culturales y económicos, reside el corazón mismo de Arizona.
El doctor Castro fue consejero externo para el Gobierno Mexicano y presidente de la comisión de asuntos fronterizos del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME). Ha sido catedrático, decano y vicerrector para desarrollo internacional en Pima College de Tucson, Arizona.