Las intensas lluvias que azotaron el noreste de Estados Unidos provocaron graves inundaciones en la ciudad de Nueva York, afectando seriamente el sistema de transporte subterráneo. Estaciones del metro en Manhattan se vieron completamente anegadas, y en algunos casos, los andenes quedaron cubiertos por el agua, obligando a los pasajeros a subir a los asientos dentro de los vagones para evitar ser alcanzados por las corrientes.
Janno Lieber, director de la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA, por sus siglas en inglés), explicó que el sistema de alcantarillado de la ciudad fue rebasado por la intensidad de las precipitaciones, lo que provocó un desbordamiento de agua dentro de túneles y estaciones del metro. En varios puntos críticos, el agua acumulada generó una presión tan alta que levantó tapas de alcantarillas, creando chorros que brotaban con fuerza hacia la superficie.
Imágenes compartidas en redes sociales mostraban escenas caóticas dentro de las estaciones: escaleras convertidas en cascadas, trenes detenidos a mitad de los túneles y usuarios atrapados sin poder salir, muchos de ellos caminando por las vías para buscar una salida segura.
A pesar de los daños, la respuesta de las autoridades fue inmediata. Cientos de trabajadores del sistema de transporte metropolitano trabajaron a lo largo de la noche para restablecer el servicio. Gracias a los esfuerzos coordinados, tanto el metro como los trenes de cercanías lograron reanudar operaciones durante la mañana del martes, aunque con algunos retrasos y modificaciones en ciertas líneas.
Expertos en infraestructura han advertido que eventos de esta magnitud podrían volverse más frecuentes debido al cambio climático y la falta de actualización de los sistemas de drenaje urbano. El alcalde de Nueva York, Eric Adams, anunció que se están evaluando medidas para reforzar la red pluvial de la ciudad, con el fin de evitar futuras emergencias como la vivida en estos días.
Mientras tanto, los neoyorquinos continúan recuperándose de una noche que puso a prueba no solo su resiliencia, sino también la capacidad de respuesta de una de las redes de transporte más grandes y transitadas del mundo.
