Dos años siendo víctima de robos

Dos años de “infierno” es lo que ha tenido que vivir don Ramón, luego de sufrir hurtos constan­tes en su vivienda, a tal grado de que no puede salir a trabajar, porque los delincuentes se le de­jan vacía.



Ramón Valenzuela, de 75 años de edad, es resi­dente del Coloso Alto, de Hermosillo, y vive en una de las casitas que están entre los callejones ya co­nocidos en la zona, pero eso ha ayudado a que na­die se percate de lo que le ha estado sucediendo des­de hace un par de años.



“Ya tengo dos años así y no se me hace justo. Yo necesito agarrarlos aquí, cuando me estén hacien­do daño, porque mientras no hacen nada (las auto­ridades), porque ya puse la denuncia muchas ve­ces y nada”, expresó.



Hace aproximada­mente unos siete días atrás, la vivienda de don Ramón, localizada en callejón Sin Número y Circunvalación, fue afec­tada por enésima vez por los delincuentes de por el rumbo, quienes dañaron la puerta principal, que es de fierro, y la abrieron como si lo hubieran hecho con un abrelatas.



“Ahora tuve que com­prar la puerta. No puedo estar comprándola cuan­tas veces me pase esto, ya me robaron todas las cosas, mi herramienta de trabajo, se llevaron una carretilla con toda la he­rramienta que tenía en el cuartito.



“De adentro de la casa se llevaron la tele, un mi­croondas, una hornilla y se llevaron varias cosas y ya no hallo ni qué hacer, de estar comprando co­sas y que me las roben”, agregó.



En la parte media del Cerro de El Coloso, don Ramón vive solo desde hace ocho años, cuando compró su casita, la cual la mayor parte del día la tiene que dejar sola, ya que se dedica a la albañi­lería y sale desde tempra­na hora para trabajar, situación que le preocupa mucho, ya que ni eso pue­de hacer ya.



“Ya tengo como cuatro días que no trabajo, por­que cada vez que salgo es la misma: me trozan los candados, me tumban la puerta y no puedo tener un perro bravo, porque me lo matan y para qué… po­brecito animal”, externó.



El perjudicado asegu­ró que en más de dos oca­siones ha acudido al Mi­nisterio Público a poner la denuncia de robo, pero siente que las autorida­des “no le echan ganas”, porque le dijeron que se tenía que investigar y no tienen pistas de quién pudo haber sido.