No necesitamos el pánico, pero sí la acción

Alberto Vizcarra Ozuna


(Analista político)


El miércoles 11 de marzo, el Director General de la Organización Mundial de la Salud, (OMS), Tedros Ghebreyesus, oficializó a la epidemia del coronavirus, como una pandemia, en tanto que la presencia del virus ya se encuentra en más de la mitad de los países del mundo. El funcionario del organismo mundial de la salud, transmitió la esperanza de que la pandemia se puede controlar, pero no ocultó su gran preocupación por los alarmantes niveles de propagación y también por los alarmantes niveles de inacción de algunos Gobiernos. Y fue enfático, “No podemos decirlo más alto, más claro o con más frecuencia: todos los países están a tiempo de cambiar el curso de esta pandemia, si detectan, hacen el test, aíslan, buscan los contactos y movilizan a su ciudadanía en la respuesta. Los que solo tienen un puñado de contagiados pueden prevenir que se conviertan en grupos de transmisión comunitaria” y reconoció que algunos países han demostrado que el virus puede ser reprimido y controlado”.



Al día siguiente, en la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, señaló que los países no están obligados a seguir las recomendaciones de la OMS, aunque atenúa la expresión diciendo que siempre es importante escucharlas. Esto, porque, según el subsecretario, cada país puede afrontar el reto de acuerdo a su realidad y su capacidad. Lo señalado por López Gatell, es en respuesta al cuestionamiento de por qué el Gobierno de México no está siguiendo los protocolos intensivos en la etapa de contención, que sí han seguido países como China, Corea del Sur, Italia y recientemente los Estados Unidos.



El cuestionamiento tiene validez, más cuando la OMS, señala que hay forma de prevenir que la fase primaria de contagios, que es en la que se encuentra México, pase a la fase de contagios comunitarios, en donde la propagación del virus tomaría registros exponenciales y pondría al descubierto las deficiencias en infraestructura hospitalaria y atención médica que tiene el país. López Gatell es prolijo y exhaustivo en las explicaciones y cuenta con los elementos retóricos suficientes para presentar como inevitables la eventualidad de que el país entre muy pronto en la etapa de los contagios comunitarios.



Desdeña lo recomendado por la OMS, de que los países con registros primarios pueden cambiar el curso de la pandemia y evitar los contagios masivos, como lo demuestra la experiencia de China, pero más recientemente la de Corea del Sur, quienes desde los primeros indicios masificaron los muestreos e instrumentaron las medidas clásicas de salud pública, sin escatimar en la asignación extraordinaria de recursos presupuestales. Parecería que el Gobierno de México ha decido caminar detrás del coronavirus, para poner a salvo el equilibrio en el presupuesto público. Nada distinto a los criterios de política económica neoliberal de las últimas décadas, en donde lo importante no es propiamente proteger la vida de la gente, sino darle cumplimiento a la ortodoxia económica de un modelo siempre dispuesto a mantener la “sanidad financiera” sin importarle la salud pública.



En esta semana, el Gobierno de Trump, anunció un fondo de 8 mil millones de dólares para enfrentar la pandemia y le propuso al congreso aprobar recursos extraordinarios por 50 mil millones de dólares para apoyar a las pequeñas y medianas empresas que sufrirán afectaciones económicas como resultado de la enfermedad. El Gobierno de Corea del Sur dispuso de un presupuesto extra de 10 mil millones de dólares para la emergencia sanitaria y China le dedicó 30 mil millones de dólares con lo que ha logrado empezar a revertir el mal.



Todo esto mientras el subsecretario de Salud en México, se empeña en evitar que avance el pánico social que se pudiera convertir en presión para que el Gobierno modifique su política de austeridad, que el presidente promete hacer pasar de republicana a franciscana. En la misma conferencia mañanera, previo a la presentación de López Gatell, el presidente se encargó de hacer un prólogo de lealtad absoluta a las normas macroeconómicas del recetario neoliberal, para reiterar que en ninguna emergencia (implicando la del coronavirus) el Gobierno recurrirá a acciones extraordinarias que pudieran trastocar el equilibrio presupuestal o hacer uso de las reservas del Banco de México.



Ha llegado la hora de declarar en cuarentena al neoliberalismo.