Por: Fabián Pérez
Ernestina Hernández, cuñada de la víctima, aseguró que lo primero que tuvo que hacer la mujer fue revisar la receta, el estudio médico y el medicamento que traía en sus manos por su problema de enfisema pulmonar.
“En lugar de atender a mi cuñado y revisar el estudio de su problema crónico, lo que hizo la trabajadora social fue primero alertar a todos los que estábamos en la sala de urgencia que tenía coronavirus, cuando ni siquiera lo atendieron en la sala de espera”, lamentó.
Sostuvo que la noche del 3 de mayo llegaron alrededor de las 20:00 horas y permanecieron todavía por espacio de 40 minutos sin recibir atención médica a pesar de que venía con dolores muy fuertes en el pecho y el abdomen.
Señaló que una vez que falleció, las autoridades médicas pretendían que el cuerpo se incinerara, sin haber de por medio un acta de defunción donde se especificaran las casas de su muerte.
A raíz de la presión que ejercieron ante las autoridades médicas y luego de un encuentro con el epidemiólogo al que le mostraron los estudios del problema crónico de enfisema pulmonar, finalmente los familiares evitaron se incinerara el cuerpo.
“Afortunadamente le pudimos dar una cristiana sepultura a mi cuñado, pero estuvieron a muy poco de incinerar su cuerpo, todo por una supuesta confusión en los datos clínicos”, criticó Ernestina.
La mujer aseguró que esta confusión en los datos clínicos generó que muchos en la comunidad donde viven los vean con temor al especular que podrían estar contagiados con coronavirus.
El cuerpo de Darío Valenzuela fue sepultado en el panteón de la cabecera municipal de Etchojoa.