¿Dónde están los líderes?

(En memoria de Alma, entrañable compañera y de todos los caídos)

Como si la calamidad provocada por el Covid-19 que se cierne sobre nuestra espalda no fuera suficiente para ponernos de bruces en el suelo; como si las finanzas rojas y los corazones rotos no causaran ya suficiente dolor; como si los sepelios a solas de tantos seres queridos que se han adelantado en el camino no fueran suficientes para marchitarnos el alma, sobre nuestra espalda se siguen sumando agravios, y esto no parece querer terminar. Ahora, más que nunca, nos cae como un lastre tanto desatino político. No solo estamos restando bienestar y alegría a nuestras vidas, nos estamos dividiendo con una intensidad que ya raya en el abismo. No se ven formas posibles de salir de este atolladero existencial en el que estamos inmersos. Y, a todo esto, se le suma una cruenta guerra citadina. La violencia está imparable. Cada día, a cada momento, en cada lugar los mexicanos nos estamos matando: jóvenes, niños, mujeres y hombres. Nos estamos haciendo pedazos, literalmente.



Ya es demasiado, tanto que a veces piensas en mejor rajarte. Pero, aquí estamos de nuevo tratando de encontrar la armonía en el caos que se vive. Se podría decir que nuestra naturaleza es luchar por mantenernos con vida hasta el último instante posible, hasta el último suspiro. E igual parece que muchos de nosotros jamás vamos a entender que sí se puede vivir en sociedad; si no amar, al menos respetar; si no dar, al menos no quitar; si no entender, al menos no pelear.



Es en estos momentos tan difíciles en que, insisto, más que nunca, se requiere que tomemos el liderazgo de nuestras vidas. Úrgenos trabajar en ser congruentes, en deshacernos de la doble moral, en buscar convicciones y vivir por ellas; en entregarnos al servicio honesto a los demás. Es hora de que se noten los liderazgos en las empresas, en los medios de comunicación, en las instituciones, entre los estudiantes, en los templos, en la ciencia, pero, sobre todo en los hogares. En el hogar se requiere de hombres y mujeres comprometidos con su responsabilidad de formar hijos. En la calle ciudadanos ejemplares. Necesitamos que la gente se esmere en despertar su conciencia. Urgen líderes, pero guías de verdad, no embaucadores que siembran su discurso de ilusiones en la tierra fértil de la ignorancia. No caudillos que se sientan profetas en un mundo de ciegos. Urgen ciudadanos comprometidos y probados en las buenas causas.



Si no es ahora, ya no será. ¿Dónde están los líderes?