Su corta existencia deja sembrada la simiente para que la especie no se extinga
Quién dijera que carreras alocadas y cópulas hasta morir son características que identifican al único animal en el planeta que muere de sexo.
Conocido comúnmente como antequino, este marsupial juega, al llegar a la madurez (11 meses), una carrera en pro de perpetuar la especie.
Del tamaño de un roedor, 9 a 11 centímetros de longitud, más 7 de cola, y 20 a 40 gramos de peso, el antequino practica la reproducción suicida, pues a pesar de sonar extraño, es precisamente lo que hacen: aparearse hasta caer muerto.
El animalito es originario de Australia y Tasmania, y en la actualidad solo se conocen 13 especies; además, se sabe que su periodo de apareamiento dura solo unas semanas, justo en el otoño y el invierno austral, con jornadas que van de las 12 a las 14 horas de apareamiento.
“LOCURA MARSUPIAL”
Científicos descubrieron que, al llegar a la madurez para la reproducción, el antequino inicia una frenética carrera por perpetuarse. De inmediato los machos se dan a la tarea de encontrar una hembra para preñarla.
Sin embargo, no termina todo ahí: rápidamente van en busca de otra para seguir y seguir, hasta que, derivado del estrés, su cuerpo ya no puede más y su sistema inmunológico se viene abajo.
Luego de su muerte, toca a las hembras la tarea de cuidar a la siguiente generación: las hembras a concebir; los machos a fecundar para morir.