Estoy tranquilo, el verdadero juicio está arriba: Fidencio Aldama

La última vez que Fidencio Aldama Pérez estuvo en su casa fue el 27 de octubre de 2016. Su hijo Ian, el más grande, quien entonces tenía 5 años de edad, dormía en sus brazos.

Hacía una semana que se había suscitado el enfrentamiento en Loma de Bácum derivado de la construcción del gasoducto, en el cual fue asesinado un hombre.



Esa noche Fidencio fue privado de su libertad por elementos de la Fiscalía del Estado, mas tarde se le imputó el crimen y actualmente cumple una sentencia mayor a 15 años en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Cajeme.



Hoy su hijo festeja 9 años de edad y Fidencio acumula 3 años con 3 meses de encarcelamiento. “En todo este tiempo he tratado de estar tranquilo; aunque se me vienen a la mente las primeras palabras que me dijeron cuando entré: de aquí no sales”, recordó al ser entrevistado.



Fue ese 27 de octubre cuando policías trasladaron a Fidencio al Cereso. Antes fue llevado al edificio de la Fiscalía en Cajeme, ubicado a unos 35 kilómetros de la Loma de Bácum, donde descansaba junto a su hijo dentro de su casa. “Al pueblo llegó una oficina móvil con miles de patrullas alrededor, querían hacernos preguntas sobre lo ocurrido en el enfrentamiento. Me mandaron hablar, yo sabía que no debía nada y acudí”.



“Era un camión de la Fiscalía, a mi me acompañaba Anabela Carlón, quien fungiría como mi intérprete y también un abogado. Cuando subimos me preguntaron mi nombre, les respondí y en ese momento apagaron todas las luces del interior del vehículo… El conductor dijo que había un problema con la batería, cerraron las puertas con todos adentro, prendieron el camión y salimos del pueblo de volada; a Anabela y al abogado los bajaron en medio de la carretera. A mí me llevaron a la “PEI” (Fiscalía). Nunca me dijeron de qué se trataba, sólo que el Cereso se haría cargo de mi”, expresó.



Desde que pisó la cárcel Fidencio ha tratado de mantener la calma, sin dejar ver esa impotencia que siente por no poder hacer nada en contra de la injusticia que vive. Durante todo este tiempo ha optado por recogerse en la iglesia. “Me ha servido mucho y conocí más de Jesús, quien también fue preso, juzgado y decidió vivir sin lastimar a las personas. Me sirve para vivir mi realidad acompañado de Dios, con fuerza y espiritualidad”, expresó.



Pero al poco tiempo de haber sido encarcelado surgieron otros ofrecimientos menos agradables. “En el Cereso me dijeron que si me declaraba culpable saldría en 3 años; después mi abogado dijo que serían 6 y a mi esposa le dijeron que 7, pero yo no acepté”, mencionó.



Y es que tanto la detención como el procedimiento de su defensa se vieron manchados por una serie de inconsistencias y por ello, Fidencio fue incluido en una lista de 199 presos políticos que se buscan liberar desde el Gobierno Federal. “En mi caso no tomaron en cuenta pruebas del proceso, aun cuando uno de los testigos señaló que yo portaba una pistola calibre 45, autorizada por la guardia tradicional, según usos y costumbres, y el difunto presentaba impactos calibre 22”, explicó.



El caso de Fidencio se dio en un clima de conflicto, principalmente la lucha de la Tribu Yaqui por el agua y el territorio, específicamente la imposición del gasoducto en Loma de Bácum. “En veces, más que coraje siento tristeza porque haya esa lucha ligada al Gobierno, que ofreció recompensas”, manifestó.



Fidencio es un indígena yaqui de 31 años de edad. Nació en Ciudad Obregón. Antes de ser aprehendido trabajaba en una maquiladora, sus padres son originarios de Loma de Guamúchil, su padre falleció y su mamá aún radica en esa comunidad. “Mi mamá está todavía en Loma de Guamúchil y me dice que le eche ganas, que me lleva en sus oraciones y me da fuerzas para salir adelante”, contó.



Por eso también he optado por participar en actividades culturales, agregó: “estoy dentro de un grupo musical, toco la guitarra y el bajo. Nos llamamos Nostalgia Interna, ya grabamos 2 discos y en nuestras canciones mandamos un mensaje hacia nuestros familiares de cómo nos sentimos”, relató.



El preso de conciencia aseguró que no le fue difícil relacionarse con la música, debido a que en la tribu formaba parte de las actividades culturales. “Me desempeñaba como danzante Matachín, Fariseo y Guardia Tradicional… Siempre he buscado tener conocimiento de los usos y costumbres de la Tribu Yaqui, son consejos que me inculcó mi padre y los cuales yo enseño a mis hijos”, mencionó.



“A mis 2 niños, Ian e Iván, les enseño valores para cuando lleguen a una cierta edad primero tengan respeto por la autoridad tradicional. Que siempre estén de acuerdo con ella”, expresó.



Precisamente es el estar separado de sus hijos lo que más le pesa, pues desde la cárcel no puede infundirles la educación que quisiera, una muy similar a la que recibió, dijo.



Sin embargo, confinado a una celda de 4 metros de largo por 4 de ancho, la cual comparte con 7 presos más, le ha permitido valorar otras cosas. “Es caro estar adentro. Nadie quiere comer la yegua y un plato de comida cuesta 80 pesos, además los objetos que son de necesidad básica, como papel de baño, jabón y rastrillo son un lujo, aunque nos permiten ingresar despensa”, añadió.



Por eso, cuando salga, lo primero que hará es reunirse con su familia, después con las autoridades tradicionales de Loma de Bácum para mostrarles mucho respeto, dijo, sin dejar que sobrepase la avaricia y trabajar en la unificación de los 8 pueblos yaquis.



Manifestó su agradecimiento a tantas personas que se han unido a su causa, personas que también fueron consideradas presos políticos y que ya fueron liberados, como Luis Fernando Sotelo, quien participó en las Jornadas de Acción Global por Estudiantes de Ayotzinapa y Miguel Ángel Peralta, indígena mazateco, quien participó en la defensa de su tierra. Con ambos mantiene comunicación a través de cartas.



Espera que con el nuevo Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador las cosas sean distintas para los pueblos originarios, incluso vislumbra un despertar de la Tribu Yaqui, por eso aconseja a sus hermanos indígenas que no se dejen llevar por la avaricia y que no estén divididos. “Estoy tranquilo, el verdadero juicio está arriba, el dinero y todo eso se acaba”, puntualizó.