A propósito de la mujer

Etza Betzaveth Uriarte Sánchez

Conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, de su lucha por los derechos al voto, al estudio, a mejores condiciones laborales y salariales, por la equidad en el mundo de las oportunidades y por el reconocimiento de las capacidades y su justa remuneración, por el derecho de su expresión sexual, por una vida libre de violencia, por la seguridad y preservación de la vida, por el derecho inherente del uso de su voz para contribuir con la construcción del mundo, de un mejor mundo. Un mundo donde la fuerza de la mujer como parte del activo universal resulte indispensable para que con sus compensaciones se permita el balance que el planeta necesita.



Estamos en un momento clave, un momento donde la intensidad de la proclamación ya se escucha, y en la antesala de la expectativa de un paro nacional, al que se le apuesta un impacto favorable en aras de seguridad y un alto a la violencia contra las mujeres.



Queda más que claro que la acción de Un Día Sin Mujeres en México, deja ver que la unión hace la fuerza, que se están encontrando las vías para expresar que existe el dolor y el sufrimiento innombrable ante la pérdida de víctimas que sucumbieron en manos de la agresión aniquilante. La lucha continúa, el objetivo bien vale el esfuerzo de quienes no sólo simpatizan con la estrategia, sino de las que motorizan la intención con sus actos congruentes a la ideología.



El movimiento re-significante permea en el ámbito de la Mujer, más allá de profesar el feminismo en cualquiera de sus modalidades. Se están activando procesos de pensamiento que bien devienen de la historia de vida, de las experiencias con las figuras preponderantes de la infancia, o de las mismas experiencias en las relaciones de pareja que por sus secuelas permiten –si se sale con vida- un aprendizaje más que significativo y remodela las ideas.



El cambio está sucediendo, las Mujeres están promoviendo progresos en los conceptos que han definido a la cultura, lamentablemente en el proceso, los soportes vitales para la creación de un modelo de integración, respeto y dignificación han sido aparentemente sordos, y activa en las inconciencias colectivas la necesidad de intensificar la voz, a través del acto.



La ideología está ganando terreno, no sin sortear agudas crisis en el camino. Las Mujeres están contribuyendo al cambio global, de una u otra forma, desde el momento mismo que unen fuerzas para la manutención y sustento de la familia y el hogar, desde que optan por el estudio como herramienta para la vida, desde el momento mismo que eligen su voz en lugar del silencio y proclaman su propia autonomía y derecho a ser independientes, capaces y dignas de reconocimiento por ello, y no por medio de flores y felicitaciones, sino por medio del acceso a mejores oportunidades para la vida, para su desarrollo y progreso.



Seguramente no todas las Mujeres coinciden en intenciones, estilos y formas para los objetivos que se buscan, incluso no todas participaran en el paro nacional, y no por no coincidir con la motivación, sino porque en términos de ideología, siempre habrá la diversidad de pareceres, sin embargo, lo que casi podría asegurar, es que todas participamos desde nuestras trincheras, y perspectivas propias en la promoción de un cambio, en el fomento a nuevas formas de percibir e interpretar a la mujer, en la incentivación por una cultura de la salud emocional, en el análisis de nuestra participación en los aconteceres de las historias propias, sin culpas, con el fin y propósito de generar un estado de conciencia que sirva para que la Mujer se reconozca a sí misma como esa pieza vital, valiosa, que merece una historia en sintonía con su Ser y sobre todo, que las condiciones que busca para hacer valer su lugar en el mundo, no provienen del permiso de ningún otro, sino que por derecho natural, le pertenecen.